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Cuestión de sincronía

La sincronización como concepto es fundamental para cualquier pieza audiovisual cuando de música se trata.

La sincronización es el acto de adicionar música a una pieza de contenido. Generalmente contenido audiovisual, pero recientemente el crecimiento de la industria de video juegos ha hecho que ese segmento sea igual de importante. Por eso no podemos hablar solo de películas o TV. El placement de una canción en Fifa puede hacer la diferencia de hacer una gira mundial o no… pregúntenle a ChocQuibTown (Fifa ’11).

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Las reglas son sencillas:

  1. Hay que tener un contenido audiovisual o un video juego y que éste necesite que música lo acompañe.
  2. Hay qué definir qué canción (y en qué versión) se quiere sincronizar.
  3. Se debe tener la autorización del titular de los derechos patrimoniales de la obra musical.
  4. También se debe tener la autorización del titular de los derechos patrimoniales conexos como productor fonográfico, sobre el fonograma (la grabación).

 

Que las reglas sean sencillas no significa que sean fáciles de aplicar.

Definir qué música debe acompañar la pieza es toda una ciencia por sí misma. Se deben entender las necesidades del proyecto, qué aporta la canción, qué atmósfera debe generar, etc.

Que todas las partes acepten que se dé la sincronización (más allá del precio) puede ser una pesadilla si los autores son múltiples o no se conoce quiénes son los titulares. Se debe tener la autorización de todos para utilizar la pieza. Todos. No siempre es tan claro.

Se paga a los titulares de las dos cosas. De la composición, por un lado y del fonograma, por el otro.

No siempre coinciden. Mentalmente creemos que todo la música que oímos es cantada y fue compuesta por la misma gente. Nada más falso. Un análisis inicial lleva a sorpresas como que ni Adele compone siempre sus propias canciones (“Send My Love (To Your New Lover)” fue escrita por Adele, Max  MartinShellback).

En cuanto a los fonogramas, en la era de los artistas sin disquera, esos usualmente sí coinciden. El artista independiente es dueño de su fonograma, lo controla y debe dar la aprobación.

Lo importante es tener el proceso claro y preguntarle a las partes que deben aceptar.

PD: ¿En el teatro también aplica esto? Pues… yo no vería por qué no, pero aparte del teatro musical, no he visto el primer director de teatro que se digne a preguntar.

Conceptos relacionados

Editoras musicales. Administradores de repertorio musical. Usualmente controlan la obra musical y (dependiendo del contrato) buscan oportunidades de sincronizarla.

Agencias de sincronización. Empresas encargadas de juntar la oferta y la demanda de contenido musical para proyectos audiovisuales. Pueden controlar la obra musical y el fonograma,  y (dependiendo del contrato) buscan oportunidades para sincronizarlas o tienen relación estrecha con las editoras musicales.

Music supervisor. El responsable de encontrar qué contenido musical se adapta a la pieza creativa en cuestión.